La semana laboral de cuatro días, la de 32 horas semanales, es un sueño lejano para muchos empleados de nuestro país. Pese al acuerdo de investidura del PSOE, en el que la jornada pasaría de 40 a 38,5 horas semanales en 2024 y a 37,5 horas semanales en 2025 y 35 en 2026. La realidad es que reducir la jornada laboral, a no pocos empleados, les supone un pequeño quebradero de cabeza logístico.
Y en mitad de este escenario, Bill Gates y otros perfiles empresariales como el mexicano Carlos Slim, proponen una jornada laboral de 3 días a 12 horas por día. Así de contundente: tres días de siete. El CEO de JPMorgan coincide con él: dice que la próxima generación de empleados trabajará 3,5 días a la semana y vivirá hasta los 100 años. Una apuesta disruptiva y atractiva que se da de bruces con una realidad: en España, ya por presentismo si no por practicidad, muchos no pueden asumirlo. Porque esto requiere de una inversión millonaria.
El valor de Apple, su riqueza como empresa, está estimada en 3.600 millones de dólares. Es decir, unas seis veces el PIB de una nación como Irlanda. Apple es un buen pagador, tanto en su país de origen como en otras regiones. Por supuesto, un trabajador de Apple cobra cuatro veces más en California que en España: la media local está en 48.000 euros anuales. En Estados Unidos, esa cifra se dispara habitualmente a los 180.000 dólares.
Sin embargo, no es aquí donde queremos incidir. Es habitual que entre las solicitudes internas de los superiores ronde una petición común: quedarse un rato más, cubrir alguna suplencia extra. Ser flexible y no en el buen sentido. Ahora pensemos en el coste de una jornada laboral de tres días, que dilata las expectativas en cuanto a resultados inmediatos. Y estamos hablando de la empresa más valiosa del planeta, una con estabilidad y una potestad sostenida en el mercado de valores.
En España, siete de cada diez empresas no ve implantable el modelo de jornada semanal de cuatro días con 32 horas, según el Informe Infoempleo Adecco, como para aspirar a tres. Los datos oficiales del Gobierno arrojan otra perspectiva aún más desalentadora: más de la mitad de los españoles trabaja en pymes unipersonales, un 38,70% en pymes de entre uno y nueve trabajadores y apenas el 0,94% trabaja en empresas de entre 50 y 250 empleados.
¿Qué significa esto? Que no hay un margen económico tan sólido como para experimentar. Durante 2024, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha estado empujando a varias empresas españolas a intentarlo, a España. Algunas como Sputnik Climbing o Simeom Capital parece que han obtenido buenos resultados. Por supuesto, son empresas internacionales. Reino Unido, en cambio, no está convencida: los resultados del 4 Day Week Global no le convencen.
Menos horas, claro, pero más años. Esta es una de las máximas que persiguen las distintas medidas sobre la jubilación flexible o la empleabilidad de seniors que trabajen unas pocas horas a la semana sin perder a cambio su cobro vitalicio. “Es muy importante que la jubilación no sea tan temprana”, decía el propio Carlos Slim, que aboga por una jubilación a los 75 años.
Tiene sentido: nacen menos niños que casi nunca. En España no teníamos una tasa de natalidad tan baja desde 1941, cuando aun medio país sufría las consecuencias de una Guerra Civil recién enterrada. Sin embargo, también bajan las defunciones y la esperanza de vida aumentó en siete décimas en 2023, situándose de media en los 83,77 años —81,11 para ellos, 86,34 años para ellas—. En resumen: la población de más edad necesita estar activa.
La cuestión aquí vuelve a orbitar sobre los derechos laborales: ¿la IA nos quitará el trabajo o nos quitará horas de trabajo inútil? ¿Nos ayudará o fagocitará parte de la fuerza laboral?